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La importancia prioritaria de lo social

Actividad interactiva organizada por Mi Convive, con niños de la Cota 905. © Gabriel Osorio

 

La tragedia que estamos viviendo en el país ya afecta a todos los niveles de nuestra sociedad y nos impacta en lo individual y colectivo. Los graves problemas que padecemos se expresan en todos los resquicios de nuestra vida y nada de la terrible crisis que se sucede es ajeno a ninguno de nosotros.

 

Se produce una gran carga de desesperanza e impotencia, que son reacciones naturales ante la magnitud de la crisis. Pero estas reacciones no pueden mantenerse en el tiempo indefinidamente. Porque no solo tenemos que sobrevivir de cualquier forma a esto que nos pasa, debemos también superar la tragedia y lograr nuevas condiciones de vida, distintas a las actuales, positivas y de desarrollo.

 

Se produce así un proceso de resiliencia, en el que las dificultades, con su innegable costo de dolor y sufrimiento, dan paso a un proceso que supone el enfrentarlas haciéndonos mejores y más fuertes.

 

Este proceso exige de nosotros una gran reflexión. Tomar conciencia de nuestros aspectos más oscuros, pero también de los más luminosos. Reconocer errores, debilidades, ideas preconcebidas y falsas certezas, pero desarrollar nuevas capacidades, ampliar nuestra visión del mundo, reconocer valores que ignorábamos o a que llegamos incluso a menospreciar.

 

La crisis que atravesamos está precipitando este proceso, haciéndonos reflexionar sobre todos los aspectos de nuestra vida como personas, como sociedad, como país. Y una de las consecuencias de ello es la revisión que, desde distintos sectores, se está dando sobre nuestro sentido de lo social y de la importancia que debe tener para nosotros.

 

Ahora se vuelve evidente la necesidad del restablecimiento de mecanismos efectivos de convivencia, civiles, democráticos, inclusivos, de participación y vinculantes, ante la falta de alimentos y medicinas, el colapso de servicios, la debacle económica, la deriva dictatorial del Estado. Ahora el reconocimiento, la solidaridad y el encuentro de todos los sectores del país, son valores, herramientas, necesidades, todas vitales para la supervivencia y la superación.
A la par de las expresiones de tragedia que vivimos a diario, se producen igualmente otras expresiones de individuos y grupos que, desde este reconocimiento de la importancia de lo social, actúan sobre esa realidad dura y difícil, transformándola. Si nombramos a grupos como Provea, Fe y Alegría, o Foro Penal, o a personas como Susana Rafalli o Ana Rosario Contreras, tan sólo estaremos hablando de algunos de los múltiples ejemplos que se están produciendo en todo el país.

 

En nuestra experiencia particular, en el Movimiento Caracas Mi Convive y la organización Alimenta la Solidaridad, iniciativas en contra de la violencia y frente a la crisis alimentaria van sumando cada vez a más personas y sectores, para apoyarlas, participar en ellas y reproducirlas. El abordaje de estos proyectos no se da desde el oportunismo, la condescendencia o el asistencialismo, sino por el contrario, desde el respeto, el empoderamiento y el encuentro.

 

Hemos conocido casos de víctimas que han perdido hijos y padres por la violencia criminal o del Estado, que no solo se han superpuesto a la pérdida rehaciendo sus vidas y las de su familia, sino que también se han convertido en líderes influyendo positivamente en sus comunidades. Son un ejemplo para todos nosotros de cómo afrontar esto que estamos viviendo.

 

Quizá el sentido que debamos darle a esta terrible crisis que padecemos es el de que nos está dando la oportunidad de entender y asumir plenamente la importancia de lo social y el valor prioritario que debe tener en nuestras vidas y la de los demás. La crisis no puede servir para victimizarnos y ser doblegados, sino revalorizar lo mejor que hay que en todos nosotros y poder salir adelante.