Desde un principio, nuestros esfuerzos en Mi Convive han estado enfocados en la transformación de la violencia por medio de las dinámicas y valores de convivencia.
Consideramos que la violencia, primero criminal, y ahora desde el Estado secuestrado, es uno los problemas más importantes de nuestro país. Afecta indistintamente tanto a individuos como a colectividades, impide de forma determinante el desarrollo social, económico y político y se ha desbordado hasta convertirse en un factor presente en todas las expresiones de la actual crisis que padecemos.
Sólo en el aspecto de seguridad ciudadana vivimos una tormenta perfecta: sufrimos las consecuencias de décadas de fallidos planes de seguridad, represivos e ineficaces, sin políticas integrales, constante y efectivas, a la par de la actual violación masiva de derechos humanos, por parte de efectivos públicos, ejército y grupos paramilitares, implementada por el régimen como único recurso para mantenerse en el poder.
Una “política” de violencia criminal, instrumentalizada desde el Estado en contra de las personas, que condena a la nación a ser un país de víctimas y victimarios.
Para los venezolanos se ha hecho evidente que sin un cambio político hacia la democracia no podrán acometerse los diversos esfuerzos para subvertir este estado de las cosas. Es indispensable generar una estructura gubernamental estable y efectiva para cualquier solución real y sostenible del problema.
Pero con igual importancia también debe atenderse la violencia desde las comunidades y las personas directamente afectadas por ella. Tanto en el apoyo a las víctimas como en la generación de dinámicas convivenciales que conviertan a éstas en agentes de cambio y en fuerzas de transformación de la realidad.
Una falla crónica en todos los planes de seguridad ha sido la de no generar acciones conjuntas con los grupos sociales en los que se desarrollan. La desconfianza a los cuerpos de seguridad del Estado se ha profundizado a lo largo de los años, actualmente exacerbada por los asesinatos y hostigamientos de grupos como las FAES, por ejemplo. Tampoco se ha valorado el papel del ciudadano organizado para el mejoramiento y la efectividad de medidas y operativos.
Por ello, en Mi Convive, hemos venido realizando diversas iniciativas en conjunto con las comunidades, líderes locales, organizaciones y academia, principalmente en el Municipio Libertador. Desde Monitor de Víctimas, en conjunto con el portal Runrunes, el plan Vamos Convive de inserción laboral para jóvenes de la comunidad en riesgo, hasta la Red de Apoyo a la Víctima, hemos insistido en el rol protagónico que tienen las personas y comunidades en la transformación de la violencia. Libertador refleja la realidad de toda Venezuela, en la que casi un tercio de los asesinatos son cometidos por efectivos de las fuerzas públicas, y en el que uno de cada cuatro asesinatos es de jóvenes menores de 18 años.
Este centro en el involucramiento activo de las personas está presente en nuestro proyecto social y político: en días pasados publicamos “En busca de la Caracas Segura y de Convivencia”, una propuesta integral de Seguridad Ciudadana. El trabajo ofrece una fotografía documentada y objetiva de nuestra situación, así como un programa detallado sobre la estructuración y operación de la policía. El documento propone organismos policiales cercanos a los ciudadanos para la prevención de la violencia, inteligente en la investigación criminalística y estratégica en el uso proporcionado de la fuerza.
La transformación de la violencia es uno de los grandes retos que enfrentamos en la construcción de una nueva Venezuela. Si queremos superar la fragmentación, la exclusión y la desigualdad social que la violencia estimula estamos llamados a entender sus causas y repercusiones, a asumirla y enfrentarla desde la acción convivencial.