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Abrir la puerta

 

Los venezolanos rechazamos al actual régimen y su modelo de hambre, empobrecimiento y violencia. Somos una enorme mayoría compuesta de diversos grupos con experiencias, visiones y puntos de vistas diversos. Para articularnos entre todos debemos establecer formas de organización y participación democráticas e inclusivas, y superar factores como el desconocimiento del otro, la desconfianza, el resentimiento e incluso el rencor.

 

Estas taras de nuestra sociedad no se enfrentaron efectivamente durante los años finales del bipartidismo, y fueron exacerbadas de manera irresponsable por Hugo Chávez, en aras de cimentar su liderazgo personalista. Ahora son explotadas por el régimen de Nicolás Maduro, que continúa promoviendo la polarización, la exclusión y el extremismo.

 

Desde el liderazgo político y social, tenemos la tarea histórica de lograr el encuentro de los venezolanos que constituyen esta realidad diversa. No solo para sacar del poder al actual régimen dictatorial, sino para enfrentar las emergencias de lo inmediato y sentar las bases indispensables, de convivencia y solidaridad, a partir de las cuales reedificar nuestra nación.

 

Esta ha sido nuestra creencia fundamental en proyectos como Alimenta la Solidaridad, en los que hemos obtenido logros en el alivio a problemas tan graves como el de la crisis de alimentos, trabajando con miembros de las comunidades directamente afectadas, y estableciendo redes de apoyo con organizaciones, grupos, aliados y voluntarios.

 

La misma creencia ha guiado el establecimiento de programas de liderazgo local que no solo dan herramientas y apoyan a los dirigentes de distintas comunidades, sino que también buscan articularlos entre sí. En días pasados logramos experiencias exitosas en este sentido en la reunión de líderes de La Vega, en el Municipio Libertador, en el que se llegaron a acuerdos y alianzas entre diversos representantes de las comunidades para enfrentar problemas comunes.

 

En estos proyectos participan vecinos y grupos con diversas tendencias y asociados a partidos políticos distintos e incluso opuestos al nuestro. La transparencia de nuestras acciones, la generación sincera de espacios de encuentro, y la claridad de objetivos sobre necesidades coincidentes, permiten el establecimiento de una base de trabajo compartido.

 

La inclusión del llamado chavismo traicionado y desencantado (fuera y dentro de la estructura del poder), será un factor determinante para el éxito de cualquier proyecto de cambio en el país. Se debe lograr la integración efectiva, sincera y conciliatoria, de los venezolanos del chavismo que rechazan las dinámicas de dependencia, control y opresión que, como los CLAPs o el carnet de la patria, han sido impuestos por el régimen madurista.

 

Quienes vieron en el liderazgo de Hugo Chávez la oportunidad de lograr cambios sociales o el reconocimiento a sus necesidades, se ven ahora desconocidos y hostigados por un régimen que ha decidido mantenerse de forma violenta en el poder, a costa de las penurias del mismo pueblo que dice defender y representar.

 

Los años de polarización han dejado un saldo de heridas y agravios que no pueden seguir reproduciéndose. Esto significaría la profundización del malestar que hoy nos acosa y continuar la destrucción de vínculos de convivencia, vitales e indispensables para la existencia y el bienestar de cualquier sociedad.

 

El reencuentro de los venezolanos debe darse asumiendo y enmendando las faltas del pasado, reconciliando visiones divergentes y abandonando las vías de la imposición o la resolución violenta. En un contexto en el que los objetivos sean la solución de problemas y necesidades afines, y la materialización conjunta de proyectos inclusivos, justos y de bienestar para todos.

 

En las actuales condiciones de imposición de un modelo dictatorial, la sociedad debe responder generando condiciones para una transición de vuelta a democracia y el establecimiento de un plan de acción nacional para el rescate del país. Tareas de gran envergadura, posibles solo con la participación y el compromiso de todos.

 

La unidad y el encuentro nacional deben ser consideradas en su justo valor e importancia por el país diverso que padece la tragedia de la crisis. No como aspiración, ideal abstracto o recurso inmediatista, sino como condición y base indispensable para lograr el cambio y la transformación.

 

Nos encontramos en un momento crucial en el que debemos abrir la puerta al otro. Sólo juntos podemos enfrentar la inmensa escala y complejidad de la crisis que hoy nos sacude, y solo juntos podemos construir los puentes hacia el futuro y el bienestar común que estamos necesitando.