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Abordar la emergencia desde la solidaridad

© Gabriel Osorio.

 

El país vive un estado de emergencia nacional que no responde a una catástrofe natural o una guerra. Es la consecuencia del modelo destructivo y empobrecedor que el régimen impone mediante la fuerza sobre los venezolanos.

 

Vivimos una cotidianidad signada por servicios colapsados, falta de alimentos y medicinas, violaciones de derechos humanos y tantos otros gravísimos problemas que caracterizan la aguda crisis social, económica y política que padecemos. El Estado no asume los roles establecidos de atención, prevención y apoyo. Por el contrario, se convierte en promotor de violencia, caos y fragmentación.

 

En este contexto, el Estado agrava los problemas en los que interviene porque solo busca aprovecharlos para sus intereses. Y se impone a las personas afectadas a través de relaciones de conflictividad, dominación o explotación. Por ello, el régimen busca “normalizar” el estado de emergencia, a través de la generación continua de colapso y caos. Y efectúa un perverso modelaje hacia la sociedad, abordando las consecuencias de esta emergencia a través del sometimiento y la dependencia, la generación de impotencia y anomía en las personas, y el fomento de la desconfía y la conflictividad.

 

Esto podemos verlo en distintas expresiones de la crisis nacional: para “solucionar” la emergencia alimentaria, el Estado aplica formas de control social como los CLAPs, alrededor de los cuales se generan exclusión, clientelismo, corrupción o dependencia, manteniendo o agudizando las condiciones de hambre y de dificultad de acceso a los alimentos. A la crisis del transporte se le responde promoviendo el conflicto entre transportistas y usuarios, criminalizando a sectores involucrados, estimulando el desencuentro, ofreciendo mínimos y limitados “beneficios” a cambio de exigencias de lealtad absoluta.

 

Es imperante que reconozcamos la actual situación de emergencia como provocada y aprovechada por el régimen. Aunque la imposición de un contexto dictatorial dificulta a la sociedad civil la superación de modelo y gobierno, podemos generar las condiciones que posibiliten el cambio desde la promoción de valores convivenciales y su uso como herramientas para la organización y la participación social, política y económica.

 

Debemos impulsar una narrativa de la emergencia alterna a la dictatorial. Una opuesta al oportunismo, las formas clientelares, los sistemas de control y la negación del otro. Una que convierta la emergencia en una oportunidad de aprendizaje y resiliencia, que nos permita reconocer sus causas más profundas para solventarlas en lo inmediato y lo futuro. Que responda desde la solidaridad, el encuentro, el esfuerzo y la resolución, en consonancia con los aspectos más luminosos de nuestra venezolanidad.

 

En nuestro trabajo en el municipio Libertador, vemos ejemplos de personas y organizaciones que construyen esta narrativa. Son madres como Gabriela Vega, La Negra, que enfrenta la crisis alimentaria que amenaza a su familia participando en Alimenta la Solidaridad, asumiendo funciones de organización y coordinación del comedor en su comunidad de San Miguel. Gabriela se ha desarrollado como líder local vinculando a vecinos de la zona a Alimenta y otros proyectos de acción social. Forma parte activa de redes de apoyo con otros sectores de La Vega, articulándose con otras personas para generar un impacto positivo en su realidad particular y colectiva.

 

El testimonio de Gabriela es ejemplar para mostrar como la emergencia, con su innegable carga de tragedia y dolor, también saca de las personas el inmenso potencial para convertirse en agentes de cambio. Desde nuestros ámbitos y capacidades particulares podemos cuestionar, con acciones y logros, el efecto devastador del modelo oficial.

 

La emergencia nacional solo podrá ser superada con el cambio de quienes hoy se encuentran en el poder y del modelo que representan e imponen. Por sobre la impotencia y la desesperanza debemos darnos cuenta que el proceso para abordar y cambiar esta realidad es posible. El primer paso a dar para que se produzca está a nuestro alcance y es el de la solidaridad.